Después de una semana con el alumnado en el centro se acumulan las buenas sensaciones y nos parece que el tiempo transcurrido es mucho mayor. El ritmo de trabajo intenso sólo hace mella cuando acaba la jornada y, mirando atrás, se hace un recuento involuntario de la cantidad de tareas acabadas … que se renueva cada mañana. La ilusión es un motor con muchos caballos.
La llegada de nuevos recursos nos acerca a la normalidad sin prisas, sin demora: el lunes la limpieza, las tizas, los folios, los borradores y los ecos de la visita de BTOY; el martes, los pupitres que faltaban y un descubrimiento: las manetas de las puertas de los baños son excelentes portarrollos para el papel higiénico; el miércoles ya podemos imprimir, las carpetas anuncian el orden preciso y hasta la alarma funciona; la fotocopiadora radiante llega el jueves para otorgar un aire nuevo y funcional a la Sala de profesores, siempre bañada con la luz del Valle del Guadalhorce; también nos prestan un teléfono corporativo; el viernes la lista de usuarios del transporte parece un problema menos, y además cobramos conciencia de que somos mejores conserjes de lo que sospechábamos: todos ayudamos para hacer crecer esta criatura. Pequeños granitos van haciendo grande esta montaña: el té, el azúcar, las tartas para celebrar los cumpleaños de dos profesoras, la generosidad, las sonrisas de cada mañana … y la mirada cálida de Juanjo y María, los dos arquitectos autores del proyecto, que vienen al centro y se asoman a las ventanas del patio para observar la vida tantas veces imaginada dentro del edificio; ver sus ojos y la alegría de sus gestos nos permite comprender que este proyecto nació afortunado mucho antes de que soñáramos nuestro proyecto.
La recepción del alumnado del lunes nos permitió experimentar el enorme potencial del trabajo en equipo. Ojalá seamos capaces de mantener un alto nivel de coordinación entre el profesorado porque los resultados pueden ser muy positivos. No es fácil; el trabajo en equipo no forma parte de la cultura docente en nuestro país; pero las actitudes constructivas ayudan muchísimo. La falta de recursos TIC tampoco ayuda; la semana que viene tendremos operativa nuestra Intranet, dispondremos de cinco proyectores y de algunas tabletas y ordenadores.
Los representantes provisionales de las familias brindaron una acogida al centro y al proyecto educativo con la que no podíamos soñar después de sus dudas razonables sobre la situación del edificio y sobre el propio proyecto, tan distinto respecto de sus referencias y expectativas. La excelente actitud de las familias, ya demostrada en el CEIP La Campiña y otros colegios, nos proporcionará un marco ideal para el desarrollo personal y académico del alumnado.
La lista de agradecimientos crece cada día: el Ayuntamiento de Cártama, con un Concejal de Educación atento a cada necesidad que tenemos, todo el equipo del CEIP La Campiña, el IES Valle del Azahar, el CEP de Málaga, la Facultad de Educación de la U.M.A, BTOY, el Ateneo de Málaga, … Cuánta sensibilidad por la educación encontramos a nuestro alrededor y cuántas esperanzas de futuro despierta este hallazgo.
Y cada día es un poco mejor gracias a un equipo excepcional de docentes que sustituye el desánimo por la esperanza. Gracias a todos.
Daniel Sánchez
Buena suerte en la nueva andadura